Con Heródoto la disciplina de la historia se engendra, desde sus mismos comienzos, como historia del odio. Cuando sale de Halicarnaso a fundar la nueva ciencia que legaría al mundo, el extraordinario contemporáneo de Sócrates lleva el fin expreso de examinar los orígenes de la guerra, de aquella perenne mortífera beligerancia entre los litorales sur/oriental y nor/occidental del Mediterráneo y del mar Negro, que ya por su tiempo tanta sangre, horror y destrucción había costado.
Si ya era perenne en los tiempos de Heródoto, en nuestros tiempos esa historia del odio y la guerra se ha vuelto, además, infinita. Ha deshecho los litorales que por entonces la flanqueaban para irradiarse – desde aquellas mismas costas donde nunca ha dejado de ebullir – por todos los mares del mundo. Antes la brecha oriente vs. occidente era un encadenamiento de algunos mares contenidos, después de todo, entre sus antagónicas playas. Hoy en día esa fractura se ha tornado en una dispersión infinita de antagónicas islas, circunambuladas completamente por los voraces océanos de odio y de guerra.
En esta serie de Miniensayos me propongo repensar el momento presente de aquella historia del odio, a la luz de momentos álgidos que la han marcado, como también bajo la lúcida luz de varias poderosas miradas que antes de mí la han examinado, tanto desde las ciencias sociales y humanas como desde el arte y la literatura.
Quiero consignar aquí mi agradecimiento a Pablo Cabrera, quien primero me instigara a iniciar esta cadena de repensamiento, y me ha seguido acicateando a perseverar en ella a lo largo de innumerables cafés compartidos.
©Enzo Cozzi - derechos reservados. Microensayo registrado en SafeCreative el sábado 21 de noviembre de 2015, 17:49