El destino viene siempre embozado en tinieblas. Llega a instalarse en nuestras vidas como un huésped furtivo que se queda cuánto le place y parte sin ser visto. En lugar de tratar de iluminar a la fuerza esa oscuridad del futuro, el horóscopo chino opta por seguirle la corriente, pues imagina al destino como un cauce torrentoso contra el cual es mejor no navegar. Este es un gesto típico de su cultura: ir con la propensión natural de las cosas, cabalgar en las crestas de sus dinamismos, como un halcón en el viento o un delfín en las olas. Saber navegar con la corriente, como “timonel de un bote sin remos”.
El horóscopo chino es una astrología que piensa el destino a partir de la oscuridad. ¿Y cómo lo hace? Observando a un astro llamado 太陰 – Tai yin: ‘yin supremo’ o ‘suprema oscuridad’. Tai yin es el astro chino que con sus desplazamientos nos dicta el destino, por estar dotado, como aquél, de una impenetrable oscuridad.
El sol es 太陽 – Tai Yang: ‘yang supremo’ o ‘suprema claridad’, y representa el principio yang: de la luz, el día, la animación y el calor. Tai Yin es la contraparte lógica del Sol. Hay una tradición más reciente que ha identificado a Tai Yin con la Luna, pero la luna no calza bien allí. En rigor la luna es 月亮 – yue liang: ‘claridad del mes’, pues si bien ella encarna simbólicamente a la noche, y con ella la quietud y la oscuridad, igual da algo de luz, y así es como opera simbólicamente en todas las culturas. Ahí están de testigos en occidente las famosas piezas para piano “Claro de luna” de Beethoven y de Debussy, y el conocido cuento de Gustavo Adolfo Bécquer: “El rayo de luna”. Y en la cultura china está el famoso poeta Li Bai, quien en uno de sus poemas intenta infructuosamente, embriagado de alcohol y lujuria, seducir a la propia Luna, montando en su luz. Tamaño prodigio, tamaña incontinencia.
Por eso, en la la tradición original del horóscopo chino Tai Yin, como símil que es del destino, no se identifica con la Luna.
¡Por el contrario!, allí figura como un eficaz rival de Li Bai: un exitoso seductor del astro mensual, a la que conquista aprovechando su oscuridad. Pues Tai Yin no da luz ninguna. No puede darla, pues es un astro imaginario, invisible, para así mejor encarnar al destino. Representa simbólicamente el lado oscuro de todos los astros visibles del cielo, y con ello los avatares oscuros del devenir. Tiene una existencia exclusivamente mental, que así nos ayuda a imaginar aspectos del alma humana inaccesibles por los sentidos. También se lo conoce como “Anti Júpiter”, pues nace históricamente como una especie de díscolo gemelo, hermano bastardo o “doble” de aquél planeta, nacido para representar su lado oscuro, y a través de aquello señalar en el horóscopo aquello que se esconde en las tinieblas, llamémoslo: “suerte”, “fatalidad” o “inconsciente”.
Tai Yin es un astro pícaro, veleidoso e inquieto. Es como un bufón, un juglar o una especie de Arlequín de los cielos. Mañoso, oblicuo, sorprendente, esquivo. A ratos rápido como una centella y a ratos parsimonioso como un portador de malas nuevas. A veces galante y a veces artero, con un lado sublime y otro facineroso. Cubre un amplio espectro del alma humana, con sus múltiples recovecos. Y, como el inolvidable comediante callejero de la película china “El Señor de las máscaras”, tiene también una proteica capacidad de desdoblarse en múltiples personajes.
Ya revisaré algunas de sus correrías.
©Enzo Cozzi - derechos reservados. Microensayo registrado en SafeCreative el jueves 12 de noviembre de 2015, 00:08
Deja una respuesta