La ancestral semántica de la naturaleza, donde paisaje, firmamento y meteorogía escribían un vasto cosmos semántico para que nosotros leyéramos, no está emasculada ni perdida del todo. Aún quedan enclaves, entre las culturas originarias, donde sobreviven rescoldos de la vieja sapiencia. Si uno sube al altiplano chileno, por ejemplo, y tiene la suerte de contemplar ciertos rituales como limpias de canales o fiestas de los santos patronos, puede volver a palpar las páginas de ese vasto libro del cosmos semántico nuevamente abierto a la lectura, dictando sus signos y narrativas a una pequeña pléyade aún existente de avezados lectores, como son los yatiris, maranis («relacionadores del año»), ch’amakanis («dueños de la oscuridad») y otros chamanes andinos.
Si uno viaja a la China profunda puede tener experiencias parecidas, y no dudo que en muchas otras partes del mundo también. Están, por ejemplo, los inolvidables paisajes de Güilin y Yangshuo, donde montes y aguas tejen intrincadas redes mitológicas, y el famoso 石林 o ‘Bosque de piedra’ cerca de Kunming en Yunnan, donde el paisaje, fuera de ser de una sobrecogedora belleza, conserva en toda su gloria aquél ‘algo más’, o excedente semántico, que en nuestros paisajes se ha del todo borrado. Esos parajes se mantienen hasta el día de hoy saturados de signos, ‘cuentos’ e imágenes. No hay cerro, ni roca, ni poza, ni cima que no porte un mensaje, un símbolo y una narrativa. Entre ellos se ofrecen a la vista símbolos paradigmáticos del imaginario chino, como el elefante aguzando sus colmillos contra los pedernales, el caballo alzando sus cascos al cielo, la viuda de guerra esperando eternamente al guerrero partido, el camello bamboleando sus jibas al viento, el tigre disimulado entre la maleza o el buey sumido en el agua.
Si uno se interna por algún mercado popular en zonas rurales de China, o en los barrios tradicionales de sus ciudades del interior, puede, si sigue andando de suerte, tropezar con un antiguo Luopan, o, más comúnmente, con uno nuevo disfrazado de antiguo. Da lo mismo que no sea genuino si la réplica es buena, pues el Luopan es una ancestral herramienta china de lectura del cosmos semántico, con por lo menos cuatro mil años de genealogía en los registros arqueológicos. En él aparecen los principales estamentos semánticos de la naturaleza, desde los astros, el Sol, la Luna y las constelaciones hasta la flora, montañas y cursos de agua. También figuran allí las vicisitudes y aspiraciones humanas, y hasta los próceres y héroes culturales con sus hazañas. Incluso, en lugar destacado, la fauna simbólica del horóscopo chino.
Es decir, hay empotrado en aquél instrumento un buen ejemplo del léxico o diccionario del cosmos semántico, de esa antigua semántica de la naturaleza. Y en las operaciones simbólicas y adivinatorias que pueden realizarse con el dispositivo, se hace presente no sólo su léxico, sino también su sintaxis, la estructura y la lógica interna de aquél lenguaje que nosotros hemos perdido.
Interiorizarse del Luopan chino y los diversos mecanismos incluidos en él no es tarea fácil, pero el esfuerzo tiene su premio. Y es que permite volver a tomar contacto con los mecanismos mentales de aquella manera entre nosotros perdida de mirar el mundo, donde todo paisaje, todo evento, toda imagen, sonido, perfume y sueño que se nos presente, pueden reverberar semánticamente más allá de sí mismos y arrojar ulteriores sentidos. Sobre todo cuando emergen patrones, recurrencias, repeticiones, insistencias, resonancias, correspondencias y acordes armónicos entre ellos.
Si a eso añadimos una literatura clásica que ha estudiado el tema desde todos sus ángulos, la cultura china ofrece al espíritu inquieto, que no se resigna a vivir confinado en la atrofia semántica de la razón instrumental, una docencia ‘de excelencia’ (para usar el término en boga) que promete la posibilidad cierta de volver a ponerse en contacto, por lo menos en parte, con aquél vasto y pletórico mundo mental.
©Enzo Cozzi - derechos reservados. Microensayo registrado en SafeCreative el lunes 30 de noviembre de 2015, 19:40