Pasando un fin de semana de noviembre de 2015 en el hotel Puma Lodge, en la reserva nacional Río Cipreses en la cordillera de la Cuarta Región, y mientras andamos de caminata con Sylvia, mi esposa, la semántica de la naturaleza nos hace un regalo. Nos brinda, escrita a lo lejos en las alturas del montañoso paisaje, y cercana del cielo, la imagen del elefante.
¡Del elefante, la imagen de las imágenes! Aquella que en China ha sido usada desde tiempos remotos como una especie de signo primordial de la escritura, emblema de toda imagen, efigie o figura significante. Y otros cargos más privilegiados aún, desde que en la historia china es precisamente la imagen que primero grafica la peculiar comunicación entre el cosmos y el ser humano que llamo semántica de la naturaleza, donde el cosmos escribe y nosotros leemos.
Como para asegurarse de que no vayamos a dejar escapar el regalo, además de la imagen del elefante, se nos brinda también, escrita en otro cerro más cercano a nosotros, la imagen que en China nos expresa a nosotros, al ser humano: 人
El ser humano está detrás del elefante pero delante nuestro, posicionado entre nosotros y la emblemática bestia. Ambas imágenes han sido diestramente dibujadas en movimiento, con el ser humano siguiendo al animal a la distancia, como ejerciendo prudencia ante el formidable poder simbólico que lo precede. Entre nosotros y ellos, la hierba meneada por el viento acentúa el dinamismo de la escena y la impresión de movimiento.
Digo al comienzo que la imagen del elefante en el idioma chino denota a toda imagen o signo, y que además está vinculada de manera destacada en aquella tradición con el origen mismo del lenguaje. Explico aquello:
El Shuowen Jiezi, famoso clásico etimológico chino, explica así el origen del lenguaje (está en parte citando al antiquísmo texto Yijing (siglo 13 AC) y hablando de Fuxi, mítico emperador que nos habría legado el lenguaje):
仰則觀象於天. 俯則觀法於地. 視鳥獸之文與地之宜 – Alzando la vista observó imágenes/signos en el cielo. Inclinándose examinó métodos en la tierra. Imitó el lenguaje de los animales y sus sentidos en la tierra. ”
He destacado en la cita el caracter 象 – xiang («elefante, imagen, signo, apariencia, imitar, traducir»). Aquí abajo vemos su evolución (compárelo con la imagen del elefante en mis fotos):
Es un misterio el origen del uso del signo 象 xiang: «elefante» para representar a toda imagen o signo. Se piensa que pudo deberse al ancestral uso del marfil para figuras ceremoniales, pero caben dudas, puesto que el marfil no era el único medio utilizado para esculpir o tallar. Yo imagino más bien que ha de haber sido porque sólo la bestia más formidable de todas podía significar en toda su magnitud la intrínseca potencia del acto simbólico como evento constitutivo de la cultura. Es la bestia, además, que se mueve por el entorno como «escribiendo», premunida de esa móvil probóscide y esos colmillos como buriles. Sea como fuere, lo importante aquí para mí es que primero vino la imagen del elefante, significando aquella bestia, y después todos los otros sentidos se le adhirieron, tal como la evolución del signo demuestra.
Digo más arriba que la hierba en mis fotos acentúa el dinamismo de la imagen del elefante y la del ser humano. Algo más importante todavía evoca allí la hierba, que está relacionado con el origen de nuestra escritura, la humana esta vez. Y es que para traer a luz el acto de escribir, en la escritura humana se han de concertar siempre dos factores: la imagen o signo a trazar y el trazo que la dibuja. Y la tradición china sitúa la inspiración del trazo en el dinamismo de las hojas de hierba. Clásicos manuales de pintura y caligrafía, como el Jardín del grano de mostaza enseñan aquél arte a partir del dibujo de hojas de hierba, de arroz o bambú.
La importancia de la hoja de pasto mecida en el viento como maestra del trazo yace en la necesidad, recalcada en aquél clásico, de imitar su movimiento al momento de aplicar el buril o la gubia, el escoplo o pincel (dependiendo si el soporte es bambú, hueso, seda o papel). Cada gesto un decisivo trazo, y para cada trazo un sólo gesto no más. Hay un dinamismo de la naturaleza que es necesario trasladar con nuestro gesto al soporte elegido, al momento de imitar su escritura.
Toda caminata por el entorno natural, con que andemos con los ojos medianamente abiertos a leer y no sólo admirar o disfrutar el entorno, nos conduce de vuelta a la semántica de la naturaleza. Y aquella caminata con Sylvia por los desfiladeros del río Cipreses en un día de noviembre del año anterior nos lleva, como quienes recibimos un don, a las fuentas mismas del proceso civilizatorio humano, ese que, por paradojal que parezca, ha sido conducido desde siempre por la maestra naturaleza.
Como prueba, esas emblemáticas imágenes del ser humano y del elefante, escribiendo por las montañosas alturas y para quienes supieran leer, el origen mismo del lenguaje mediante «signos del cielo» (Shuowen Jiezi), traducidos simultáneamente a nuestra escritura por el buril de la hierba escribana, el «método de la tierra» (mismo texto).
©Enzo Cozzi - derechos reservados. Microensayo registrado en SafeCreative el martes 3 de mayo de 2016, 17:34